El Islam vino a edificar una sociedad ideal basada en el amor sincero y en la hermandad, por tal motivo tuvo que sembrar las semillas del amor en los corazones de los individuos que componen la sociedad. De ese modo, hizo de este amor entre los creyentes y entre las creyentes una de las condiciones de la fe que garantizan la admisión al Paraíso.
Esto puede ser percibido en el Hadîz narrado por el Imâm Muslim de Abû Hurairah en el cual el Profeta dijo:
"Por Aquel en cuyas manos está mi alma, que vosotros no entraréis al Paraíso hasta que creáis. Y no creeréis hasta que os améis los unos a los otros. ¿No os he dicho algo, con lo cual, si lo hacéis, os amaréis los unos a los otros? Extended el salâm (el saludo) entre vosotros".8
Por eso, el Profeta repetía frecuentemente esta enseñanza entre los Sahâbah, con el propósito de sembrar la semilla del amor en sus corazones.
"Los creyentes son como una estructura. Se sostienen unos a otros".9
"Los creyentes en su mutua amistad, misericordia y afecto, son como un solo cuerpo: si alguna parte del mismo siente dolor, el resto del cuerpo también sufre el dolor".10
Desde los comienzos y a lo largo de la historia, la mujer musulmana siempre ha participado en la edificación de la sociedad islámica basada en la hermandad de la fe. Y ella aún continua realizando su cuota de esfuerzo, para divulgar la bendita virtud del amor por la causa de Allah en la sociedad musulmana, dirigiéndose a sus hermanas y amigas con un corazón rebosante, para fortalecer los lazos de amor y hermandad por la causa de Allah .