Bienvenidos hermanos y hermanas a este pequeño espacio dedicado a ustedes

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Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él.

FAMILIA EN ALLAH

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Mensaje para los Padres: Enseñarás a tus hijos a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.

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viernes, 16 de abril de 2010

LAS ESPOSAS DEL SANTO PROFETA Y SU TRATO BONDADOSO PARA CON ELLAS

EL TRATO BONDADOSO DEL SANTO PROFETA (sa) HACÍA SUS MUJERES

Conferencia presentada por Bilal Atkinson en la Reunión Anual del año 2005 celebrada en el Reino Unido.
 
El tema de mi discurso de hoy trata de la vida doméstica del Santo Profeta, haciendo hincapié sobre la naturaleza de las relaciones con sus esposas y la bondad que siempre mostró hacia todas ellas. Sin embargo, antes de comenzar esta maravillosa historia, una historia de amor, bondad y respeto, quiero presentar alguna información biográfica sobre quien eran sus mujeres y en qué circunstancias llegó a casarse con ellas.
 
El Corán dice:
 
“¡O Profeta ¡ Te hemos hecho lícitas tus esposas, cuyas dotes has pagado, las que posee tu mano derecha de entre aquellas que Al-lah te ha dado como ganancia de guerra, las hijas de tu tío paterno, las hijas de tus tías paternas, las hijas de tu tío materno, las hijas de tus tías maternas que han emigrado contigo y cualquier otra mujer creyente si se ofrece en matrimonio al Profeta, con la condición de que el Profeta desee casarse con ella: Esto es sólo para ti, y no para otros creyentes – ya hemos dado a conocer lo que les hemos ordenado a ellos en cuanto a sus esposas y a las que poseen sus manos derechas – para que no haya dificultad para ti en el cumplimiento de tu tarea. Pues Al-lah es el Sumo Indulgente, Misericordioso.” (Al Ahzab. 33.51)
 
Este versículo del Sagrado Corán hace referencia a las tres clases de mujeres con las que el Santo Profeta (sa)* podría casarse, además de sus esposas existentes. Mujeres capturadas en el curso de las guerras en contra del Islam. Mujeres que habían emigrado a Medina con el Santo Profeta (sa)* y mujeres que se le ofrecieran en matrimonio. Este permiso especial es una indicación de que, lejos de buscar la gratificación sensual, como le han acusado adversarios ignorantes o maliciosos, sus motivos eran puros. Las que hubieron abandonado sus hogares por el Islam, y aquellas hechas viudas porque sus maridos habían muerto en defensa del Islam o incluso en contra, tenían un derecho especial para disfrutar de la bondad, generosidad y consideración del Santo Profeta. Fueron estos factores los que influyeron en el Santo Profeta cuando se casó con la mayoría de sus esposas.
 
El Santo Profeta tenía veinticinco años de edad cuando se casó con Jadiyyah que tenía cuarenta años, que había quedado viuda dos veces y que tenía sus propios hijos. Al tomar su decisión, el Santo Profeta se sintió probablemente influido, ante todo, por el trato amable que recibió de ella cuando trabajó a su servicio, y la buena impresión que recibió sobre sus otras cualidades. Tal era la confianza, afecto y respeto que Jadiyyah sintió por su marido que puso inmediatamente todos sus recursos en sus manos y él distribuyó la mayor parte de sus bienes y propiedad entre los pobres y necesitados. También liberó a todos sus esclavos.
 
De esta manera eligió una vida de pobreza para sí y para su mujer, y dice mucho del afecto profundo que Jadiyya sentía hacia su marido y su noble carácter, el hecho de que aceptara su decisión con agrado.
 
El matrimonio, a pesar de las diferencias de edad y de riquezas entre ellos, resultó ser muy feliz. Jadiyyah dio a luz varios hijos de Mohammad (sa)*; de los cuales los dos hijos varones murieron a edad temprana. Pero sus cuatro hijas se hicieron adultas y se casaron. Cuando estaba en casa Mohammad se ocupaba, como era su costumbre, de las tareas del hogar y del cuidado de su esposa e hijos.
 
Mohammad era un marido cariñoso y afectuoso, y mostró siempre una tierna consideración para Jadiyya: ella por su parte sentía tanta devoción hacia su esposo que, cuando, después de quince años de matrimonio, él recibió la llamada divina, ella no dudó ni un instante de él y durante los diez años de matrimonio que siguieron, fue su constante fuente de apoyo y consuelo. Muchos años más tarde, Mohammad (sa [i] ) solía recordar este periodo de su vida con nostalgia. Y se conoce un incidente conmovedor que nos hace entender el amor que existía entre Mohammad y su primera esposa. Aisha (esposa del Profeta) relata que, varios años después del fallecimiento de Jadiyya en cierta ocasión se encontraba a solas con el Santo Profeta en una habitación, cuando alguien llamó a la puerta y pidió permiso para entrar. En ese momento Aisha observó que Mohammad se volvía repentinamente pálido. La razón de su reacción se reveló en seguida. La persona que había llamado era una hermana menor de Jadiyya que se parecía mucho a su hermana mayor en el tono de voz y en su manera de hablar. Durante un instante el Santo Profeta creyó haber oído la voz de su querida mujer y sufrió una punzada de dolor.
 
Durante veinticinco años, y hallándose en la flor de su vida, el Santo Profeta vivió con Jadiyya un matrimonio estrictamente monógamo y durante estos años él fue un marido fiel y cariñoso. Solamente después de su muerte, cuando ya tenía más de cincuenta años de edad y tenía ante sí la inmensa tarea de predicar y extender el mensaje de Dios entre la humanidad, volvió a casarse más de una vez. Durante la última fase de su vida, después de la muerte de su querida esposa Jadiyya, el Santo Profeta se casó once veces a lo largo de los años.
 
Después de la muerte de Jadiyya, el Santo Profeta (sa)* se casó con Hazrat Saudah, una viuda piadosa de avanzada edad. Se casó con las demás mujeres entre 2 y 7 años después de la emigración a Medina. Se trataba de un periodo crítico en que su propia vida estaba amenazada y prácticamente no tenía descanso ya que debía luchar para defender la supervivencia de su comunidad que estaba pendiente de un hilo.
 
El Santo Profeta (sa)* también se casó con Hadhrat Aisha, la hija de su amigo más íntimo, Hadhrat Abu Bakr. El hecho de que ella fuese muy joven cuando se casaron y que viviese hasta una edad avanzada, significaba que se trataba de una persona que conoció íntimamente al Santo Profeta y que vivió en una época durante la cual se hicieron esfuerzos muy concienzudos por recopilar información biográfica sobre el Santo Profeta. Gracias a Aisha tenemos una gran cantidad de información fiable y detallada sobre el carácter y la forma de ser del fundador del Islam.
 
Mohammad (sa)* se casó con Hafsah, cuyo marido había muerto en la batalla de Badr, y con Zainab bint Khuzaymah, cuyo marido, Ubaydah ibn al-Harith había muerto en la batalla de Uhud. Zainab era, además, hija del jefe de la tribu beduina de Amir, por lo que el matrimonio sirvió para forjar una alianza política. Se casó con Umm Salamah, que después de la muerte de su marido un compañero muy querido del Santo Profeta, había quedado viuda y con varios hijos. Cuando el Santo Profeta se casó con Juwairiyah, cientos de familias del Bani Mustaliq fueron puestas en libertad por los musulmanes. Con su matrimonio con Hadhrat Zafia, superó otro conflicto tribal y de esta manera dio otro paso hacia la eliminación de las crónicas hostilidades existentes entre las tribus en la Arabia de su época. Cinco años después de la migración, se casó con Zainab bint Jahsh, la mujer que se divorció de Zaid, porque quería ayudar a esta noble dama a superar la sensación de vergüenza que sufría después del divorcio que ella misma había solicitado. Las circunstancias de su matrimonio con Zainab han causado cierta polémica a lo largo de los siglos y la interpretación de los hechos varía desde lo más vil hasta lo más piadoso. (Nota) Pero lo que no se puede discutir es que el Santo Profeta eligió honrar a una mujer divorciada, enseñando así al mundo musulmán a respetar a las mujeres divorciadas, tanto o más que a las demás. También se casó con Umm Habibah, la hija de Abu Sufyan, que había enviudado durante el exilio en Abisinia.
 
Se sabe también que otra mujer viuda, llamada Maimunah, se propuso en matrimonio al Santo Profeta, quien la aceptó con agrado, sobre todo, por las aportaciones que ella hizo a favor de la formación y educación de las mujeres musulmanas. Por ultimo, se casó con Mariah siete años después de la emigración, elevando así a una esclava liberada a un rango muy superior, pues quedó incluida así en la categoría denominada por el Corán de ‘madre de los fieles’ y al mismo tiempo dando otro golpe mortal a la institución de esclavitud.
 
Los más acérrimos críticos del Islam han intentado a veces argumentar que el hecho de tener tantas esposas cuando ya tenía una edad avanzada es prueba de que existía un lado licencioso en su carácter que el no quería reconocer, por lo que inventó toda una serie de revelaciones divinas con la finalidad de justificar sus acciones. Pero ninguno de los escritores no musulmanes serios comparte este punto de vista. En primer lugar, porque sus largos y profundamente felices años de matrimonio monógamo con su esposa Jadiyya, ocuparon todos sus años de juventud. En segundo lugar, la mayoría de las mujeres con las que contrajo matrimonio en sus últimos años ni eran jóvenes ni eran mujeres que no hubiesen estado casadas con anterioridad. En tercer lugar, porque en cada uno de estos casos distinguimos claramente las razones sociales o políticas subyacentes encaminadas a unificar a las tribus de Arabia y a demostrar importantes principios al mundo islámico.
 
Un importante suceso referido a Aisha nos revela mucho sobre el tipo de relación que el Santo Profeta mantenía con sus esposas.
 
 Una mañana, en enero del año 627 hallándose Aisha de viaje con un grupo de personas, se alejó ésta del grupo por unos momentos, y al regresar, descubrió que todos los demás se habían ido ya. Y sabiendo que pronto regresarían para recogerla, Aisha decidió esperar. Al poco tiempo apareció Safwan ibn al Muattal, que se había quedado rezagado. Aisha se cubrió con el velo rápidamente y él la subió a lomos de su propio camello. No habiéndose percatado de su ausencia todavía, cuando Aisha llegó de improviso con Safwan, comenzaron las habladurías.
 
A raíz de este incidente, aparentemente trivial, los hipócritas que querían dañar la posición del Santo Profeta y fomentar las hostilidades de las tribus en contra de los Emigrantes, empezaron a hacer correr rumores incitando a pensar que podía haber existido un acto de adulterio por parte de Aisha. El Santo Profeta se hallaba en una difícil y delicada situación, y el desconcierto que sufrió es evidente porque durante varios días no supo como resolver la situación. Aunque rara vez se equivocaba, sufría como cualquier otro ser humano a la hora de tomar sus decisiones. Consultó a varios de sus seguidores y, como era su costumbre, a sus mujeres. Este incidente nos proporciona un ejemplo que muestra que la relación con sus mujeres no era, en absoluto, autoritaria. Las consultaba a menudo y siempre escuchaba con respeto y paciencia lo que ellas tenían que decirle. Es posible que dudase en expresar su confianza en Aisha directamente por temor de que esto, sin más, no servirse para acallar definitivamente las difamaciones contra ella. Aisha, por su parte, se hallaba profundamente entristecida.
 
Karen Armstrong relata la última parte del incidente de esta manera. Con las tensiones y el malestar creciendo y con ninguna salida aparente para la crisis, “el Santo Profeta (sa)* se encaró con la propia Aisha. Llevaba dos días llorando y sus padres no habían podido hacer nada para calmarla. Umm Ruman, su madre, se limitó a decirle que todas las mujeres bellas podían esperar problemas de este tipo, mientras Abu Bakú no sabía que pensar y le aconsejó que volviera a su celda en la mezquita. Cuando llegó el Santo Profeta (sa)* los padres de Aisha estaban con ella y los tres lloraban con amargura, pero las lagrimas de Aisha se secaron como por arte de magia cuando apareció el Profeta. Mohammad (sa)* la instó a confesar su pecado con honestidad: si era culpable, Dios la perdonaría. Con gran dignidad, aquella muchacha de catorce años miró fijadamente a su esposo y a sus padres mientras respondía. Hablar no tenía sentido, dijo. Nunca admitiría algo que no había hecho y, si protestaba por su inocencia nadie la creería. Sólo le quedaba emular a aquel patriarca del Corán – cuyo nombre se afanó en recordar sin conseguirlo – que era el padre de José y que había dicho: “Mi deber es dar muestras de digna paciencia, y debo implorar la ayuda de Dios contra lo que vosotros contáis.” Tras acabar de hablar, se fue en silencio y se tendió en su lecho.
 
Estas palabras debieron convencer a Mohammad (sa)* porque cuando Aisha acabó de hablar cayó en el trance que solía acompañar a las revelaciones: se desvaneció y, pese a que era un día frío, comenzó a sudar copiosamente. Abu Bakr le puso un almohadón de cuero bajo la cabeza y lo cubrió con un manto, mientras él y Umm Ruman esperaban atemorizados las palabras de Dios. Sin embargo, Aisha, quien corría grave peligro, mantuvo la calma con gran frialdad: estaba segura que Dios no le trataría injustamente. Por último, Mohammad volvió en sí: “Buenas noticias Aisha! “, gritó. “Dios ha hablado sobre tu inocencia.” Con gran alivio, sus padres la instaron a levantarse y dirigirse hasta Mohammad. Pero Aisha respondió: “Ni me dirigiré a él ni le daré mis gracias. Ni os las daré a vosotros dos, porque escuchasteis la difamación y no la negasteis. Me levantaré para dar gracias sólo a Al-lah.”
 
Karen Armstrong concluye con el siguiente comentario: “Este incidente demostró que Aisha se había convertido en una mujer orgullosa e indómita, a la que Mohammad volvió a tratar con enorme afecto. Su forma tan digna de comportarse pone de manifiesto la confianza que el Islam podía proporcionar a una mujer.”
 
 
Las palabras del versículo, antes citadas, “si se ofrece (en matrimonio) al Profeta,”se han entendido como una referencia específica a Maimunah, quien, según los hadices, planteó ella misma, la propuesta de su matrimonio. La frase, “esto es sólo para ti y no para otros creyentes.” significa que era un privilegio especial para el Santo Profeta (sa)* que se le había otorgado a causa de la naturaleza extraordinaria de sus deberes como Profeta. Es también posible que este versículo se revelara para despejar cualquier duda sobre el derecho del Santo Profeta a conservar junto a sí a sus esposas después de la revelación que limitaba a cuatro el número de esposas permitidas a los musulmanes.
 
El Corán dice:
 
“Y si teméis que la sociedad falle en hacer justicia en asuntos referentes a los huérfanos al finalizar la guerra, entonces casaros con mujeres de vuestra elección, dos, tres o cuatro; pero si teméis no poder mantener la equidad, casaros sólo con una, o con lo que posea vuestra diestra. Éste es el camino más seguro para que evitéis la injusticia” (Sura Al Nisa 4.4.)
 
En el Islám el objetivo principal del matrimonio es que todas las personas implicadas en él puedan vivir con un nivel máximo de justicia. El Islam no anima, en ningún momento, a una actitud lujuriosa y prohíbe cualquier comportamiento promiscuo. Cualquier musulmán que fracasa en mantener este nivel en su matrimonio, ya sea monógamo o polígamo, peca por adolecer de lo que de él se espera. En cuanto al trato para con las mujeres el Corán afirma:
 
“......convivid con ellas con benevolencia, pues si no os gustan, es posible que no os guste algo en lo Dios ha puesto un gran bien.”(Sura Al Nisa 4:20)
 
Estas palabras del Corán son muy breves pero resumen perfectamente el camino más eficaz para asegurar un matrimonio feliz. El énfasis está sobre el deber que tiene el hombre de proporcionar a su esposa un trato bondadoso y amable, y asegurar su sustento y su confort, de manera que los que le rodean admiren su comportamiento para con su mujer.
 
El Santo Profeta destacó que un hombre debe tener el hábito de siempre pasar por alto las pequeñas faltas de su esposa y no sólo darles más importancia que la que tienen, sino que debe tratar de ignorarlas. El Santo Profeta (sa)* dijo también: “Ningún creyente debe guardar rencor a su esposa por alguna imperfección suya, porque aunque tuviera alguna imperfección, también es cierto que tendrá otras características atractivas que le agradan.” (Muslim –Libro de Matrimonio)
 
Hay otro ‘hadiz’ que relata que el Santo Profeta (sa)* dijo una vez que nada complace más a Satán que una discusión entre hombre y mujer. Hizo hincapié en el deber del hombre igual que el de la mujer, de esforzarse siempre en mantener relaciones cordiales y respetuosas. Dijo:” Si un creyente pone un trozo de comida en la boca de su mujer por amor hacia ella, Allah le dará una recompensa, porque con esta acción la mujer se sentirá querida y valorada.” (Bujari y Muslim).
 
El Santo Profeta destacó a menudo el deber de un marido de tratar a su mujer con respeto y afecto. Afirmó que después de la fe en Dios, en Su Profeta y Su religión, Dios juzgará el comportamiento del hombre para con sus semejantes. El trato bondadoso hacia las esposas tiene una prioridad tan alta que el Santo profeta dijo, “El mejor entre vosotros es el que mejor trata a su esposa, y yo soy el mejor de vosotros en cuanto al trato que doy a mi familia.”
 
La convivencia entre las mujeres del Santo Profeta no estaba exenta de problemas. Existían celos, pequeñas discordias y roces entre ellas, y a veces el Santo profeta tenía que hacer todo lo posible para mantener la armonía familiar. Pero con la ayuda de Dios no sólo consiguió solucionar todos los problemas, sino también enseñó a su comunidad cómo crear y conservar relaciones cordiales y felices entre hombre y mujer. En su ejemplo encontramos reglas de oro y siguiendo estas reglas estaremos a salvo de cualquier forma de discordia matrimonial.
 
Desgraciadamente, las críticas occidentales contra el Islam se basan en el concepto erróneo del espíritu de bondad y justicia que el Islam intenta inculcar y que fue llevado a la práctica por el Santo Profeta.
 
Sir Muhammad Zafrullah Khan responde a estas críticas del siguiente modo: “desgraciadamente hay (hoy en día) muchos musulmanes que no llegan a cumplir las normas prescritas por el Islam (llevadas a la práctica de modo ejemplar por el Santo Profeta) en cuanto al matrimonio se refiere.......No es justo deducir que por los fallos matrimoniales de tales musulmanes, la culpa la tiene el Islam. Sería igual de injusto echar la culpa al Cristianismo por la inmoralidad extensa y perniciosa que muestran muchas personas de la sociedad occidental actual. El Islam insiste en la castidad y en el cumplimiento de los valores espirituales y morales dentro del matrimonio, en contra de la preferencia occidental, donde conviven la monogamia nominal junto con la promiscuidad generalizada.(Mohammad – Seal of the Prophets p61)
Pocos hombres han tratado a sus mujeres con tanta amabilidad y cortesía como lo hizo el Santo Profeta. Solía ayudar a sus mujeres en la realización de las tareas domésticas, tales como amasar el pan, traer el agua, hacer el fuego en el hogar, remendar su propia ropa y zapatos etc. Solía ordeñar a su propia cabra y atar a su propio camello. No consideraba que ninguna tarea fuera indigna para su condición. Él mismo solía hacer la compra, no solo para su propia casa sino también para sus vecinos y para los desamparados. Este aspecto de su carácter solía causar una profunda impresión entre sus compañeros.
 
Se dice que una vez el Santo Profeta hizo la siguiente afirmación: “El mejor de entre vosotros es aquél que muestra más cortesía hacia su esposa, el que mejor la trata; y cuanto mejor es el trato de un hombre hacia su mujer, más valor tiene a los ojos de Al-lah”.
 
Hay muchos hadices en los que vemos al Santo Profeta bromeando y riendo con sus mujeres, demostrando un fino sentido del humor. Aisha contó que después de volver de la batalla de Hunain, el Santo Profeta observó una cortina colgada por delante de una estantería en la pared. Una racha de viento descubrió que Aisha había puesto allí sus muñecas. El Profeta preguntó, “¿De quien son estas muñecas?” Ella contestó le que pertenecían a ella. Entre ellas había un caballo con alas y él preguntó, “¿Tienen alas los caballos?” Aisha contestó, “Bueno, pensaba que sabías que los caballos de Salomón tenían alas.” Y el Santo Profeta se rió alegremente.
 
Aisha también contó: “Una vez acompañé al Santo Profeta en uno de sus viajes. Por el camino hicimos un descanso y sintiéndonos de buen humor hicimos una pequeña carrera que gané yo. Algunos años más tarde cuando yo ya pesaba más, hicimos otra carrera que ganó él fácilmente, entonces me dijo,” ¡Ahora he saldado la deuda que tenía contigo!”
 
Otro incidente demuestra el grado de empatía que el Santo Profeta tenía hacia los hombres y las mujeres. En una ocasión concluyó la oración que lideraba, con una prisa poco usual en él. Cuando sus compañeros le preguntaron por la razón de la prisa, contestó que había oído el llanto de un bebe o un niño e imaginó que la madre estaría sufriendo y por esta razón no quería prolongar las plegarias.
 
Muchos de los compañeros del Santo Profeta que se habían educado en la sociedad pre-islámica, una sociedad profundamente machista, en que el trato despótico y autoritario para con las mujeres, por parte de los hombres, era prácticamente la norma, tuvieron muchos problemas en seguir su ejemplo en lo referente a la relación con sus mujeres. Hazrat Umar cuenta que: “De vez en cuando mi mujer pretendía intervenir en mis asuntos con alguna sugerencia o consejo. Pero yo solía reprenderla diciendo que los árabes nunca habían permitido a sus mujeres intervenir en sus asuntos. Entonces ella solía decirme, ‘Todo eso pertenece al pasado. El Santo Profeta permite a sus mujeres ofrecerle consejos, él no se niega a escucharles. ¿Porque no sigues tú su ejemplo?”
 
El Santo Profeta no sólo consultaba a sus compañeros sino que les animaba a pedir la opinión a sus mujeres. Durante las negociaciones del Tratado de Hudaibiya, un momento clave en la historia del Islam, el Santo Profeta se interesó en pedir opinión a su mujer Umm Salama. Ella le dio su consejo aunque sabiendo que el Santo Profeta no necesitaba su ayuda. De esta manera el Santo Profeta enseñó a los musulmanes de todos los tiempos y de todas las razas, que Dios había otorgado conocimiento y sabiduría no sólo a los hombres, sino también a las mujeres, y que por ello, nunca deberían excluirlas de la vida política, familiar o nacional.
 
El Santo Profeta mostró una y otra vez su preocupación por el bienestar de las mujeres. Siempre animaba a sus compañeros que se veían obligados a viajar, a terminar sin demora sus tareas y volver a casa lo más pronto posible para que sus mujeres no sufrieran la separación más tiempo del necesario. Cuando él regresaba de un viaje siempre procuraba llegar durante el día, y si encontraba que el sol ya se había puesto antes de que pudiera entrar en la ciudad, solía pasar la noche acampado y terminar su viaje al día siguiente. También enseñó a sus seguidores a no llegar de repente a casa después de un viaje, sin a avisar a su familia de su regreso inminente.
 
Una vez, Hazrat Safiyah, una de las mujeres del Santo Profeta, viajaba con su él. Solía envolverse en una tela y sentarse detrás de él sobre el lomo del camello. Cuando tenía que montar, el Santo Profeta solía ofrecerle su rodilla como peldaño. En esta ocasión, el camello resbaló y ambos cayeron al suelo. Un compañero, Abu Talha, se dirigió corriendo hacia el Santo Profeta para ofrecerle su ayuda, pero el Santo Profeta le indicó que socorriera primero a su mujer.
 
 En otra ocasión el Santo Profeta se encontraba de viaje acompañado por algunas de sus mujeres. En un momento dado, los que conducían los camellos, percibiendo que iban retrasados, empezaron a arrear a los animales para fuesen más rápidos. Pero el Santo Profeta les hizo la siguiente advertencia, ‘¡Cuidado con el cristal!” con lo que quería indicarles que deberían tener el debido respeto por la comodidad de las mujeres.
 
Resulta evidente por las narraciones de los hadices que la convivencia entre las mujeres del Santo Profeta no estaban exentas de pequeños roces causados por celos o rivalidades. El Santo Profeta trataba estas diferencias con tanto tacto y delicadeza que se llegaba a una solución satisfactoria para todos los implicados y sin herir los sentimientos de ninguna de las partes.
 
 En una ocasión se encontraba Hazrat Safiyah llorando y el Santo Profeta le preguntó por la causa de su tristeza. Safiyah contestó, ‘Hafsah me dijo que yo era la hija de un judío.’ Entonces el Santo Profeta instó a Hafsah a que tuviera temor a Al-lah y dijo a Safiyah,’ Eres hija de un profeta. Tu tío también era profeta. Eres la mujer de un profeta. ¿Qué ventaja puede tener Hafsah sobre ti?’ En lo que es probablemente otra versión de la misma historia Aisha y Hafsah se dirigen a Safiyah diciendo que ellas eran superiores a ella porque eran no sólo mujeres del Santo Profeta sino también sus primas. Safiyah se sintió ofendida por este comentario y se quejó ante el Santo Profeta. Él contestó, ‘¿Porque no dijiste que estás emparentada con tres profetas de Dios? El Profeta Mohammad es mi marido, el profeta Aarón era mi padre, y el Profeta Moisés era mi tío.
 
Hay hadices que indican que en algunas ocasiones, Aisha y otras mujeres del Santo Profeta se enfadaron con él pero no consta que él reaccionara de la misma manera ni siquiera una vez. El nunca se dirigió a ellas con tono severo como suelen hacen algunos hombres. Si en alguna ocasión una de ellas faltaba al debido respeto a su persona, él solía simplemente sonreír y dejar pasar el asunto. Un día le dijo a Aisha, “Aisha, cuando no estas contenta conmigo siempre me doy cuenta.” Aisha le preguntó, “¿Cómo es eso?” Él dijo, “Cuando estamos hablando y estas contenta conmigo y haces referencia a Dios, le llamas ‘El Señor de Mohammad’. Pero si no estas contenta conmigo le llamas ‘El Señor de Abraham`”
 
Muawiya al Qushairi relata: “Pregunté al Santo Profeta sobre mis obligaciones para con mi mujer y él me contestó. `Aliméntala con lo que Dios te concede a ti, vístela con lo que Dios te concede a ti y no la castigues ni abuses de ella, ni la eches de tu casa.”
 
El Santo profeta siempre trataba a sus mujeres con igualdad y amabilidad. Puede que parezca imposible tratar a nueve esposas de forma igual y tal vez el Santo Profeta mismo era consciente de la dificultad de su tarea. Según un Dais que se halla incluido en el libro de Ibn Hanbal, titulado “Musnad”, que reúne información proporcionada por Aisha, el Santo Profeta “solía repartir su tiempo equitativamente entre sus mujeres y luego solía rezar. “¡Oh Dios! Estoy haciendo todo lo que puedo, así que no me hagas culpable de algo que esta solamente en Tu poder y no en el mío.” Tal era su éxito en este sentido que cada una de ellas se sentía la más querida. El nunca les daba joyas o ropa fina, pero tenía un corazón tierno y lleno de amor. Ser mujer del Santo Profeta significaba tener que hacer este sacrificio y llevar la vida de una persona pobre. Todas ellas recibieron por medio de la revelación del Sagrado Corán la siguiente elección:
 
“¡O Profeta! Di a tus esposas.”Si deseáis la vida de este mundo y sus adornos, venid pues; os proveeré y os liberaré de manera decorosa.
Pero si deseáis a Al-lah y a Su Mensajero y la Morada del Más Allá, entonces sabed que Al-lah en verdad ha preparado una gran recompensa para aquellas de vosotras que practiquen el
Bien.” (33.29-30)
 
Este versículo se reveló durante la etapa en que los musulmanes ya habían conquistado la rica zona agrícola de Khaybar y la comunidad era ya más prospera. Pero mientras la vida para la mayoría había mejorado, la vida en el hogar del Santo Profeta seguía siendo muy sencilla y carente de comodidades innecesarias. Dado que las circunstancias de la comunidad habían cambiado, era completamente comprensible que sus mujeres añoraran compartir las pequeñas riquezas que las demás mujeres musulmanas ya disfrutaban. Pero si el Santo Profeta hubiera accedido a estos deseos, habría entrado en conflicto con el principio que observó durante toda su vida: el nivel de vida del Profeta no debía ser más alto que el nivel económico del más pobre de los creyentes. Inmediatamente después de esta revelación, el Santo profeta recitó los versículos citados a sus mujeres y todas ellas rechazaron tajantemente la idea de una posible separación y declararon que su elección era: “Dios y Su Apóstol y el bien del más allá”
 
Hazrat Aisha ha contado que su marido comentó muchas veces, “el mejor de vosotros es aquel que trata bien a su mujer, y las mujeres son como rosas bellas.” Según Abdullah bin Umar, el Santo Profeta declaró: “se puede hacer uso de todo lo bueno en este mundo y lo mejor de este mundo es una mujer virtuosa.”
 
 
En otro hadiz Hazrat Aisha relata: “En una ocasión estaba yo trabajando con el torno de hilar y el Santo Profeta se hallaba sentado cerca de mí, remendando sus zapatos. Observé que en su frente habían algunas gotas de sudor que parecían emitir una luz cuya intensidad se incrementaba mientras yo miraba. Sentí un profundo asombro y el Santo Profeta levantó su mirada y dirigiéndose a mí me preguntó,”O Aisha, ¿porque estás tan asombrada?” Yo le contesté, “O Profeta de Al-lah, en las gotas de sudor que tienes en la frente veo una luz bella y chispeante. Por Dios, si el poeta Abu Kabeer Hazli te hubiese visto, sus versos encajarían perfectamente con tu descripción. El Santo Profeta me preguntó, “¿recuerdas los versículos?” Le conteste afirmativamente y le recité el siguiente pareado:
 
“El está libre de las impurezas del periodo de nacimiento y de la lactancia; Y si miráis su rostro resplandeciente observareis un haz de luz radiante y luminoso jugueteando sobre él.”
 
Al escuchar esto el Santo Profeta dejó caer lo que llevaba en la mano, se acercó a mí y me besó sobre la frente diciendo, “La visión de las gotas en mi frente te han encantado, pero creo que el placer que tus palabras me han dado, ha sido aún mayor.”
 
Hay muchos ejemplos más del amor y devoción del Santo Profeta por sus mujeres. Se puede mencionar el ejemplo de Maymunah. Ella conoció al Profeta por primera vez en una tienda del desierto. La memoria de este encuentro se convirtió en un auténtico tesoro para ella. Esto no habría ocurrido si hubiera tenido algún mal recuerdo de su trato. Si hubiese habido algo vulgar en sus relaciones o si el santo Profeta hubiese demostrado alguna preferencia por la compañía de sus otras mujeres por ser más bellas, entonces habría olvidado este breve periodo de su larga vida. Ella murió a una avanzada edad pero mantuvo viva siempre la memoria de su matrimonio con el Santo Profeta.
 
Al final de su larga vida cuando su existencia se acercaba ya a su fin, en el momento en el que los placeres mundanos ya se habían borrado prácticamente de su memoria y solo aquellas cosas con un valor y virtud verdadera son capaces de emocionar al corazón, pidió ser sepultada a una distancia de un día de viaje de Medina, en el mismo lugar donde había conocido su marido por primera vez. El mundo conoce muchas historias de amor, de ficción y de verdad, pero pocas conmueven tanto como esta.
 
Incluso durante sus últimos días cuando el Santo Profeta sufría de fiebre y debilidad, trató a sus mujeres con la misma bondad y sensibilidad de siempre. Con el consentimiento de las demás esposas, permaneció en el cuarto de Aisha durante la última etapa de su enfermedad, porque ya no tenía fuerzas para seguir visitando a cada una como era su costumbre. Todas estuvieron de acuerdo y pasó sus últimos días en la habitación de Aisha.
 
El Santo Profeta trató a todas las personas de su hogar con una amabilidad incontestable. Nunca olvidó a su primera mujer Jadiyya que fue la primera persona en reconocerlo como Profeta. Fue un marido fiel y un padre amante de sus hijos. Pero sobre todo fue un siervo de Dios. Cada miembro de su hogar siguió su ejemplo fielmente. Se negaron a sí mismos todos los lujos de este mundo y compartieron la vida espartana del Profeta. Cuando falleció no dejó ni propiedades, ni oro, ni siquiera dinero para su familia, pero les dejo una llave de valor incalculable que abría las puertas del paraíso: las enseñanzas Islámicas.
 
El trato bondadoso del Santo Profeta hacia sus mujeres es un ejemplo de inestimable valor que cada hombre debería seguir. Demuestra que la emancipación de la mujer no es un fenómeno del siglo veinte sino que comenzó con el advenimiento del Santo Profeta y la religión Islámica otorgada a la humanidad por Dios Todopoderoso.      

jueves, 15 de abril de 2010

LA CEREMONIA DE BODA EN EL ISLAM


Representa el banquete y la reunión con el afán del reconocimiento convencional del matrimonio. Según la mayoría de los eruditos, los banquetes de las ceremonias de boda, que se denominan walimah en árabe, son sunna al-muakkada (las costumbres del Profeta que indudablemente él practicó y que pidió a sus seguidores para que hicieran lo mismo). Anas Ibn Malik dijo: «El Profeta nunca había dado un banquete tan grande para sus otras mujeres como lo hizo para la boda de Zaynab Bint Yash. Sólo en su boda, hizo sacrificar una oveja para el banquete ».

Cuando Abdurrahman Ibn Awf se casó en Medina, el consejo del Profeta sobre dar un banquete aunque fuera tan sólo con una oveja muestra que las celebraciones de las ceremonias de boda tienen que ser dentro del límite de la disponibilidad financiera. Otra advertencia del Profeta es que «La ceremonia de la boda en el primer día es un deber, en el segundo día es un acuerdo y en el tercero es ostentación», y de nuevo constituye una base para quenos alejemos del exceso.

En cuanto al entretenimiento permitido en las ceremonias de boda, hay evidencias en la sunna sobre este asunto: el Profeta permitió a las mujeres tocar un instrumento musical, la pandereta, y que asimismo ellas y las esclavas canten vistiéndose según las normas islámicas en las bodas y las festividades religiosas. Una vez Abu Bakr reprendió a Aisha (fallecida en el año 58 después de la Hégira, 677 d.C), en un día festivo, por entretenerse con las esclavas que tocaban la pandereta y cantaban, diciendole: «¡Como te atreves a tocar las melodías de Satán en la casa del Mensajero de Dios!». El Profeta le dijo al respecto: «Cada sociedad tiene una festividad y esta es la nuestra». De este modo declaró que no habría que interferir con el entretenimiento legalmente establecido. Sin embargo, este entretenimiento se daba entre mujeres.

En el Islam se permite la diversión en las bodas, que es parte de la vida social, pero sin excesos. Por ejemplo, en una ocasión, el Profeta participó en una ceremonia de boda donde las esclavas leían poesías líricas tocando panderetas, y una de las que cantaban al ver al Profeta cambió las letras del poema diciendo: «Entre nosotros hay un Profeta que sabe lo que pasará mañana». El Profeta le advirtió que no usara tales frases y siguiera cantando como antes. Aquí debemos enfatizar que este acontecimiento tiene que ser considerado tomando en cuenta el estatus de las esclavas. Por otra parte, es obvio que las mujeres no pueden cantar en presencia de los hombres con los que no tienen obstáculo alguno de casarse y los hombres a su vez no pueden escuchar su música. Nuestra religión da permiso para divertirse en las bodas dentro de ciertos límites. Sin embargo, estos límites legales son de gran importancia. Las prácticas actuales de las ceremonias de boda, como divertirse frenéticamente, llegar al exceso en el derroche de comidas y bebidas, el consumo de bebidas alcohólicas y perpetrar otros actos indecentes están prohibidos por el Islam.

Los eruditos declararon que aceptar la invitación de una ceremonia de boda realizada dentro de los límites legales es casi obligatorio; y aprobaron los entretenimientos en las bodas como juegos y concursos que no son contradictorios a la moralidad islámica y a las reglas generales de la ética. Sin embargo, no es correcto aceptar una invitación donde se cometen actos prohibidos como el consumo de las bebidas alcohólicas, juegos de azar o la prostitución. Así que declararon ilícito cualquier tipo de diversión, que puede ser considerado obsceno según los criterios del Islam, o que pueda directa o indirectamente, falsificar y denigrar el Islam, o sus principios de creencia, veneración y moralidad.

En resumen, hay que tomar precauciones para evitar los entretenimientos prohibidos a la hora de realizar las ceremonias de la boda o la circuncisión, prácticas que heredamos del Profeta. Para cumplir con un acto Sunna (siguiendo la práctica del Profeta) no hay que descuidar los actos obligatorios (farz) y no practicar las innovaciones perniciosas (bid’at); porque bid’at significa dejar de practicar un acto Sunna. Por eso, tenemos que aprender bien la vida y los actos del Mensajero de Dios y evitar la ostentación. Sólo de este modo nuestros comportamientos llegan al nivel de veneración y podemos ser bendecidos con las buenas nuevas del siguiente hadiz: «A aquellos que no se apartan de mi camino cuando llegue un día en el que mi umma (los creyentes que siguen al Profeta) se halle defectuosa y haya caído en intrigas, se les dará una recompensa de cien martirios».

* Profesor Dr. M. Selim Arik Funcionario del Directorio de Asuntos Religiosos de la República de Turquía, que desempeña su labor como predicador en la ciudad de Bursa, noroeste de Turquía.

Obras de referencia

  • Ayluni, Kashful-Hafa
  • Daylami, Musnad
  • Haysami, Maymau’z-Zawaid
  • Ibn Abidin, Raddu’l-Muhtar
  • Ibn al-Humam, Fath al-Kadir
  • Imán Gazali, Ihyau Ulumid-Din
  • Karaman, Hayrettin, Mukayeseli Islam Hukuku
  • Yazir, Elmalili Hamdi, Hak Dini Kuran Dili
  • Zuhayli, Vehbe, Islam Fikhi Ansiklopedisi

EL AJUAR


El ajuar consiste en el mobiliario de la casa, la tapicería y otros elementos necesarios de una casa, talcomo los utencilios del hogar. según la escuela Maliki, el ajuar le incumbe a la mujer y ha de ser en concordancia con la cantidad que ella toma como dote.  Si no ha tomado nada entonces no tiene obligación alguna de entregar un ajuar. Pero, si el marido pone la condicion de que la mujer carga con la responsabilidad del ajuar, o si la costumbre lo requiere de la mujer, entonces el ajuar es obligación de la mujer. Por otra parte según la escuela Hanafi es responsabilidad del hombre preparar el ajuar. La mayoria de los eruditos estan de acuerdo en que ya que el hombre tiene que asegurar los medios de subsitencia y la ropa a la mujer, el ajuar es tambien responsabilidad del hombre. Y la dote no es la recompensa por el ajuar, sino que es un regalo, la dote es un derecho de la mujer sobre su marido.
Lo que el profeta dio como ajuar cuando se caso su hija Fatima, fue un colchon tapizado en terciopelo, una almohada y un odre de agua elaborado con pieles.  Este comportamiento del mensajero de Allah no sólo fue una consecuencia de las condiciones económicas de aquel dia, sino que también fue una demostración para no ser excesivo en la concesión del ajuar.

El Profeta animó a la gente a que facilitaran la concesión de la dote en función de ciertas condiciones economicas. El mismo pagó una dote de 10 dirhams a algunas de sus mujeres y compro articulos de primera necesidad para la casa, como por ejemplo, un molino manual, un jarro, un colchón de cuero relleno de fibra. Ali concedió a una de las mujeres con las que se casó,despues del fallecimiento de Fatima, dos almudes ( que es igual a medio sa,o lo que es lo mismo, alrededor de 1750gramos) de cebada,a la otra esposa dos almudesde dátiles y la tercera dos almudes de trigo tostado como dote. Algunos compañeros del Profeta,cuando se casaron, concedieron como dote una cantidad de oro que pesaba lo mismo que una semilla de datil(cinco dirhams)y algunos otros un par de zapatos.

Por otro lado el Profeta exigió que se facilitaran las condiciones para contraer matrimonio señalando:( El matrimonio mas bendito es aquel que es más facil de contraer).  Tambien nos aconcejo a evitar los derroches y la ostentación en el casamiento y en la ceremonia de boda diciendo:( el mas prospero y hermoso matrimonio es el que cuesta menos).

El Profeta dijo: Las mujeres mas benditas son las que complacen a su marido cuando éste las mira a la cara, las que obedecen a su marido cuando éste le pide algo, y las que protegen sus posesiones y su castidad en ausencia de su marido. El Profeta tambien advirtió contra los derroches y la enfermedad, de no ser menos que el vecino, que son la fuente de los problemas económicos actuales, indicando que:Llegara un día en la que la desaparición de un hombre será a  monos de su propia esposa, sus padres o sus hijos.  Ellos lo culparán por ser pobrey le pedirán cosas que no puede conseguir.  Entonces el hombre empezará a entablar negocios peligrosos; de este modo perderá su religión y desaparecerá.  Que advertencia más elocuente y aleccionadora.

Uno de los asuntos mas importantes es no llegar al exceso y el derroche en el ajuar, que se ha convertido en una tradición profundamente arraigada en las sociedades musulmanas de hoy en día. Considerando que en casos extremos de necesidad nuestra religión acepta un anillo de hierro como dote y requiere que los gastos la dote y el ajuar no sean un problema para el matrimonio, está claro que el Islam no aprueba llegar al exceso en la concesión del ajuar.

EPIDEMIA: QUIERO UN ESPOSO ARABE A COMO DE LUGAR Y CUESTE LO QUE ME CUESTE!!!!

 
La quinta esencia de la desesperación de las musulmanas conversas

Dice el Sagrado Quran en la Sura Los Aposentos aya 13: “¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Eva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Allah es el más piadoso. Ciertamente Allah es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis.”

El Islam rechaza la idea del favorecimiento de ciertos individuos por estrato social, etnia, color o familia; Allah Subhana wa ta’ala creó a los seres humanos - todos son hijos de Adán y Adán fue creado de barro- como seres iguales y no da privilegios a nadie por nada de lo antes mencionado solamente deberán ser distinguidos entre si tan solo basados en la piedad y la fe. El Profeta Muhammad sala allaho alaihi wa salam dijo: “' ¡Oh gente! Vuestro Dios es uno y vuestro ancestro (Adán) es uno. Un árabe no es mejor que un no árabe, y un no árabe no es mejor que un árabe, y una persona roja no es mejor que una persona negra y una persona negra no es mejor que una roja,3 excepto por la piedad.” Narrado en Musnad Ahmad, #22978

Allaho Akbar esto es grandioso ¡!! Ahora, ¿en donde entra mi reflexión y la razón del titulo de este articulo? Bueno, es simple, todo en el Islam es claro y contundente, los que somos confusos y turbios solemos ser NOSOTROS los musulmanes para quienes nuestra incapacidad de ver las cosas mas allá del envoltorio o del adorno, nos hace ser injustos con aquellos que según nuestro criterio son “menos afortunados”, generalmente nos enfrascamos en ver solo aquellos que queremos, ósea, lo que nos gusta, descartando lo que no nos complace. Esta sociedad en la que vivimos, este Hayat al Dunia, el cual esta completamente revestido de Zina, no has cegado al punto que proclamamos ser musulmanes y cumplir con los 5 pilares, fieles creencias del Islam, vestimos Hijab en apariencia los musulmanes ideales…pero como seres humanos solemos desechar u omitir aquellas normas o mandatos que nos incomodan porque tocan fibras sensibles en nosotros.

Al hamdolillah, hoy mas que nunca cada día entran más y más personas al Islam, es hermoso y reconfortante ver que los esfuerzos de muchos hermanos y hermanas en la Dawah están dando sus frutos que Allah subhana wa ta’ala les de mucha fortaleza. En medio de esta maravillosa caudal de personas podemos ver que una gran mayoría son mujeres, Subhana Allah, jóvenes, no tan jóvenes, solteras, casadas, viudas, etc., por supuesto los hermanos no se quedan atrás. Pensaran y ¿cuál es la preocupación? Pues, sencilla, al menos hablare por mi experiencia en lo personal cada vez veo mas como muchas hermanas solteras idealizan el matrimonio con hermanos árabes, mi punto no es que sea malo solo que no siempre es por las razones correctas, tristemente muchas ven a los árabes como el ideal que fue presentado en aquella monstruosa deformación del Islam llamada “El Clon”, en donde muestran que la dote debe ser oro y mas oro o soñando con un contrato matrimonial con una dote de $ 10,000 en cash, - incluso escuche de una persona que aconsejaba que pidieran también indemnización de divorcio por la misma suma - y que la mujer vive en su casa/palacio haciendo cuanto berrinche se le antoja, si el hombre comete un error , debe enmendar su falta con alguna joya de valor, todo suena muy lindo e idílico pero lejos de el Islam. Debido a estas fantasías muchas hermanitas se han dedicado a rechazar a hermanos conversos piadosos pero carentes de todo aquello que ellas consideran tiene un árabe, entiéndase, de ninguna manera mi intensión es degradar a los hermanos árabes – mi esposo es árabe- marroquí - ni decir a las hermanas que no tengan aspiraciones, mi intención es hacer que comprendan que el ser árabe no le da la cualidad a una persona de ser mejor o peor musulmán eso solo lo demuestran sus actos de piedad el que se abstenga de toda clase de pecados, practicando todas las buenas obras que Allah Subhana wa ta’ala nos ordena hacer con una adoración sincera, sus modales para sus familiares, su comunidad, sus hermanos en el Din, creyendo, temiendo y amando a Su Señor.
Y eso hermanas mías no lo da una condición económica, ni la raza, ni nada, solo la Fe y el temor de Allah Subhana wa ta’ala.

El matrimonio es la mitad del Din, por esta razón es un compromiso serio y fuerte, no podemos pensar que todo será como en una novela y que porque esta persona ser una raza, país o de un estrato social será garantía de felicidad, Nuestro Profeta Muhammad sala allaho alaihi wa salam nos aconsejo que la elección de los cónyuges sea basada en la castidad, decencia y religiosidad; Dijo: “No os caséis por la belleza porque quizás este sea luego la causa del declive moral, ni lo hagáis por la riqueza porque quizás esta sea luego la causa de la desobediencia. Casaos con quienes provengan de familias religiosas.” Ibn Mayah 1859.

Y dijo también (sala allaho alaihi wa salam): “Una mujer es desposada por cuatro razones: su riqueza, su linaje, su belleza y su religiosidad. Desposad a la religiosa, pues ello dará mayor seguridad al futuro de vuestro hogar.” Bujari 5090, Muslim 1466

Obviamente, este consejo también es aplicable para las hermanas, el matrimonio es una inclinación innata en el ser humano Allah subhana wa ta’ala, creo al ser humano con la necesidad de tener un compañero que le inspire amor y cariño y lo contenga en momento de preocupación y tristeza, esto nos muestra que desear un compañero es lo mas natural y hermoso, siempre que nuestros deseos y la manera de pedirlo a Allah subhana wa ta’ala deben ser aquellas apegadas al Quran y la Sunnah, y no como lo hacen las incrédulas que son capaces de llegar a los extremos mas bajos con tal de conseguir quien les eleve el estatus social, les compre el carro ultimo modelo, o simplemente alguien que las saque su asfixiante vida de proletariado, aquellas que no les importa llevarse a quien sea por delante, destruyendo familias con tal de conseguir sus nefastos propósitos.

A veces, decimos por que los hermanos terminan casándose con mujeres no musulmanas, y es comprensible si las musulmanas muchas veces les rechazan por no ser árabes ¡!!!!
Pidamos de Allah subhana wa ta’ala con fe, con temor pidamos que es lo mejor para nosotros solo El, quien es omnisapiente conoce cuales son nuestras necesidades reales, y entendamos si El no nos da lo que nosotros en nuestra humanidad pedimos El sabe mejor el porque y el cuando es el mejor momento. Seamos pacientes y refugiémonos en el salat y en el recuerdo de Allah Subhana wa ta’ala.

Su Hermana Chaimae Agdaou

miércoles, 14 de abril de 2010

LA DOTE

  
En la Jurisprudencia Islámica, la dote (mahr) también se denomina (sadaq) y (nile). Las posesiones otorgadas como dote no son simplemente el precio de poder estar con la mujer y adquirir la oportunidad de obtener provecho de ella sino que támbien son una señal simbólica  que muestra el deseo de vivir con ella para toda la vida y un tipo de benevolencia concedida como regalo. Si la dote se determina en el contrato de matrimonio se denomina (mahr al musmma) (dote que es designada), si no es asi entonces se llama (mahr al misl) (dote tasada). La dote tasada es la cantidad que por regla general se paga a las mujeres y los parientes de la misma clase socila de la familia de la novia. Si la cantidad de la dote no es determinada en el contrato de matrimonio o la dote demuestra ser invalida, entonces entra en vigencia para la novia el (mahr al misl).

La dote es una condicion del contrato de matrimonio.  Este asunto se explica en el Corán con las siguientes palabras: (Dad a las mujeres la dote correspondiente de buen grado; pero si ellas remiten caulquier parte de ello por su propia voluntad, aceptadlo y disfrutadlo con provecho) (4:4). No hay un límite maximo para la cantidad de la dote. En una ocación, en la época del Profeta, se concedió una plantación de palmeras con datiles como dote. Los eruditos tienen diferentes opiniones acerca de la cantidad minima  que puede ser otorgada como dote. En otras palabras, es muy importante tener encuenta que esto es lo que por derecho puede pedir una mujer y la cual el hombre esta obligado a pagar. Como se ve claramente la dote es una practica establecida digna de tener en cuenta; una institucion dirigida a proteger los derechos de las mujeres y garantizar su subsistencia futura. Sin embargo, como queda indicado en el versiculo, la mujer puede tambien donar la dote a su marido.

Sahl bint Sad nos narra: Una mujer puede que haya sido Jawlah el Haqim; Fatima Bint Shuraih o Zaynab bint Huzayma visito al profeta y le dijo "Oh mensajero de Allah he venido para dedicarte mi alma". El prfeta miró a la muje y bajó la cabeza sin decir nada. Al no haber recibido ninguna respuesta positiva del Profeta la mujer se entristeció. Pero justo antes que se marchara, un hombre se levanto y dijo: "Oh mensajero de Allah Si tú no la necesitas, cásala conmigo". El profeta le preguntó que si tenía algo para darle como dote, Y el hombre respondió: No,  oh Mesajero de Allah, juro por Allah que no tengo". Entonces el Profeta le indicó: "Vé al lado de tu familia y mira si puedes encontrar algo", el hombre se fue y poco rato despues regreso y le informo al Profeta que no habia podido encontrar nada. El Profeta lo volvió  a enviar a su casa diciendo: "Mira otra vez si no hay nada trae aunque sea un solo anillo de hierro". Y al volver el hombre vuelve a jurar qu no tiene ni siquiera un anillo de hierro, que solamente tenia un vestido que llevaba encima y si quería podria compartirlo con ella.  El profeta dijo: ¿Para que sirve tu vestido? Si te lo pones tu ella no va a tener que ponerse; Si se lo pone ella tu no tendras nada para cubrirte. Despues el Profeta le preguntó al hombre que versiculos sabia del Corán. Y el hombre le dijo el nombre de algunos versículos que sabia del Corán. Y entonces el mensajero de Allah le dijo: Te caso con ela con la condicion de que, como su dote le vas a enseñar lo que sabes del Corán.

En otra ocación, una mujer de la Tribu Bani Fazara deseaba casarse,con una dote como obligación. el Mensajero de Dios le preguntó: ¿Siendo  como eres una mujer adinerada, aceptas casarte por un par de zapatos como dote? ¿Te vas a conformar con un par de zapatos con respecto a tu ego y tu riqueza? La mujer respondio Sí y el Profeta reconoció este matrimonio.

Umm Habiba relató que cuando ella y su marido Ubeydullah Ibn Yash emigraron a Abisinia, Ubaydullah murió allí. entonces el Rey Negus la casó con el Mensajero de Allah y le dio cuatro mil dirhams como dote en nombre del Mensajero. Despues le envio acompañada por Shurahbil Ibn Hasana al Profeta y el Mensajero acepto completamente todo esto.

Una vez el Califa Omar, considerando las condiciones sociales de la época en la que estaban, con la intención de poner un limite máximo a la dote concedida a las mujeres dijo en un sermon del viernes: (No llegar al exceso de otorgar inmensas dotes a las mujeres). Entonces una mujer del público se levanto y dijo: Oh Omar, tú no tienes ningún derecho a intervenir en esto; ya que Allah dice en uno de sus versiculos que " incluso si hubierais dado un tesoro entero por dote, no retomar ni la minima parte de lo que habia sido otorgado, (4:20) Omar, reconoció entonces que la mujer tenía razón y no insistio en su opinión. Sin embargo. no guarda relación ser más religioso con otorgar una dote muy elevada.

Los compañeros del Profeta consideraron las cosas que tienen tanto valor moral como material como dote. Por ejemplo, cuando Abu Talha y Umm Sulaym, la madre de Anas ibn Malik se casaron, la dote de ellos fue que Abu Talha se hiciera musulmán, ya que Umm Suleym había aceptado ya el Islam antes de él. Cuando Abu Talha le propuso matrimonio a Umm Sulaym, ella dijo: Me hice musulmana y abandoné a mi marido por que era un infiel. Si te conviertes al Islam, me caso contigo. Entonces  abrazó el Islam. Como se aprecia, lo que Umm Sulaym pidió a su marido no era algo concreto, sino una condición inmaterial.

En el Corán se hace referencia a la dote como posecion: Os esta permitidos casaros gastando de vuestra propiedad con la condicion de que vivais con castidad, lejos de la fornicación. (4:24). Además la frase gastar de su propiedad demuestra que la dote es una de las condiciones del matrimonio y tambien ilustra que si se lleva a cabo un matrimonio establecido sin citar la dote, en cualquier caso habrá una dote ligada a dicho matrimonio.

Segun la escuela Hanafi, la dote tiene que ser algo material. Y como ha sido mensionado antes, el límite minimo es de 10 dirhams de plata. En otras palabras, la mujer puede pedir al menos esta cantidad, no menos, Aunque está determinada al límite mínimo, no hay ningún límite para la cantidad máxima, según la escuela Shafi, enseñar el Corán tambien es aceptado como dote.
Por ende, las partes implicadas en la consecucion de dicho matrimonio tienen que solucionar la cuestión de la dote considerando las condiciones actuales. De este modo, se evita la posibilidad de cualquier sufrimiento futuro y una norma del Islam será salvaguardada de convertirse en una practica simbolica.

martes, 13 de abril de 2010

EL BUEN TRATO CON LA ESPOSA

Dios instruye a los hombres a ser bondadosos con sus esposas y a tratarlas de la mejor manera:
“…Tratad bien a vuestras mujeres en la convivencia…” (Corán 4:19)
El Mensajero de Dios dijo: “El creyente mas perfecto es el del mejor carácter. Los mejores son los que tratan mejor a sus mujeres”.[1]  El Profeta de la Misericordia nos informa que el trato de un esposo con su esposa refleja el buen carácter de un musulmán, que a su vez es refleja la fe de la persona. ¿Cómo puede un hombre ser bueno con su esposa? Debe sonreírle, no lastimarla emocionalmente, alejarla de todo lo que pueda lastimarla, tratarla gentilmente y ser paciente con ella.
Ser bondadoso incluye una buena comunicación. El esposo debe estar dispuesto a abrirse y escuchar a su esposa. Muchas veces el esposo quiere ventilar sus frustraciones (sobre el trabajo por ejemplo). Pero no debe olvidar preguntarle a su esposa que le molesta a ella (como cuando los hijos no hacen los deberes escolares). El esposo no debe hablar de asuntos importantes cuando él o ella están enojados, cansados o hambrientos. La comunicación, compromiso, y consideración son el fundamento del matrimonio.
Ser bondadoso significa también impulsar a su esposa. La admiración mas importante llega de un corazón sincero que sabe realmente lo que importa – lo que la esposa realmente valora. Por lo tanto, el esposo debe preguntarse acerca de sus inseguridades y descubrir sus virtudes. Seguramente la esposa apreciará esto. Cuantos más cumplidos le haga, mas la esposa lo admirará, mas crecerá este sano hábito. Un ejemplo de palabras bondadosas puede ser: ¡Me gusta la manera en que piensas!’, ‘Te ves hermosa vestida de esa manera’ y ‘Amo escuchar tu voz en el teléfono’.
Los seres humanos son imperfectos. El Mensajero de Dios dijo: ‘Un hombre creyente no debe odia a una mujer creyente. Si no le cae bien algo de su carácter, seguramente le gustarán otros rasgos de ella.”[2]  Un hombre no debe odiar a su esposa porque si no le gusta algo de ella, encontrará algo que si le guste. Una manera de ser consciente de lo que le gusta de su esposa es hacer una lista de media docena de cosas que aprecia de ella. Los expertos en asesoría matrimonial recomiendan ser lo mas específicos posibles y enfocarse en los rasgos del carácter, así como lo recomendó el Profeta del Islam, no sólo lo que hace por el marido. Por ejemplo, un esposo puede apreciar la manera en que arregla su ropa, pero el rasgo escondido detrás de eso es que es atenta. El esposo puede considerar admirable rasgos como ser apasionada, generosa, bondadosa, devota, creativa, elegante, honesta, inteligente, estudiada, energética, gentil, optimista, cometida, fiel, confidente, alegre y otros. El esposo debe tomarse un tiempo para construir esta lista, y reverla en momentos conflictivos cuando es más probable que sienta rechazo por su esposa. Lo ayudará a ser más consciente de sus buenos atributos y será mas probable que le haga cumplidos. 
Un compañero preguntó al Profeta de Dios cuál es el derecho de una esposa sobre su esposo, y él dijo: “alimentarla de lo que tú comes y vestirla de (la calidad) que tú vistes y no pegarle. No calumniarla y no permanecer separado de ella, excepto dentro de la misma.”[3]
Los conflictos en el matrimonio son prácticamente inevitables y conllevan al enojo. Aunque el enojo es una de las emociones más difíciles de manejar, el primer paso para el control puede ser aprender a perdonar a aquellos que nos lastiman. En el caso de conflictos, el esposo no debe dejar de hablar con su esposa ni herirla emocionalmente, pero si puede dejar de dormir en la misma cama para intentar mejorar la situación. Bajo ninguna circunstancia, incluso cuando esté enojado o se sienta de alguna manera justificado, un esposo puede calumniar a su esposa utilizando palabras hirientes o causarle alguna injuria.


Footnotes:
[1] Al-Tirmidhi
[2] Sahih Muslim.
[3] Abu Dawud.

TU PUEDES ELEGIR IN BUEN ESPOSO


   Una de las formas en la cual el Islam ha honrado a la mujer es concediéndole el derecho a elegir a su marido. Sus padres no tienen derecho a forzarla a casarse con alguien que no le agrade. La musulmana conoce este derecho pero no rechaza el consejo y la guía de sus padres cuando un pretendiente potencial se presenta, porque ellos tienen las mejores intenciones de corazón para con su hija, y tienen más experiencia de vida y conocen más a las personas. Al mismo tiempo no renuncia a este derecho entregándose a los deseos de un padre que quiere forzar a su hija a concretar un matrimonio con alguien que no le agrada.

   Existen muchos textos que apoyan a la mujer en este sensible tema, por ejemplo el relato citado por el Imâm Al Bujâri de Al Jansâ' Bint Jidâm:

"Mi padre me casó con un sobrino que no me gustaba, por eso me quejé ante el Mensajero de Allah . Y él me dijo: ‘Acepta lo que tu padre ha dispuesto’. Dije: 'Yo no deseo aceptar lo que mi padre ha dispuesto'. Él dijo: 'Entonces este matrimonio es inválido. Ve y cásate con quien desees'. Le dije: 'He aceptado lo que mi padre dispuso, pero quiero que las mujeres conozcan que los padres no tienen derecho en los asuntos de sus hijas (es decir, que no tienen derecho a forzarlas a casarse)".[1]

     En primer lugar, el Profeta le dijo a Al Jansâ' que obedeciera a su padre, y así es como debe ser, porque la preocupación de los padres por el bienestar de sus hijas es algo bien conocido. Pero cuando el Profeta se dio cuenta de que su padre quería forzarla a un matrimonio que ella no quería, le dio la libertad para elegir, salvándola de la opresión de un padre que quería forzarla a un matrimonio no deseado.

   El Islam no quiere imponer una carga insoportable sobre las mujeres, forzándolas a casarse con un hombre que les desagrada, pues quiere matrimonios exitosos, basados en la compatibilidad entre los cónyuges. Debe haber un terreno en común entre ellos, en términos de parecido físico, actitudes, hábitos, inclinaciones y aspiraciones. Si algo va mal, y la mujer siente que no puede amar a su marido sinceramente, y teme cometer el pecado de la desobediencia y oposición a su marido, a quien no ama, entonces puede pedir el divorcio. Esto fue confirmado en un relato, cuando la esposa de  Zâbit Ibn Qais Ibn Shammâs, Yamîlah, hermana de ‘Abudllah Ibn Ubai, se presentó ante el Profeta y le dijo:

"¡Oh, Mensajero de Allah! No tengo nada contra Zâbit Ibn Qais con respecto a su religión o comportamiento, pero odio cometer un acto de kufr siendo una musulmana”. El Profeta dijo: "¿Le devolverás su jardín?" - su dote había sido un jardín. Ella contestó: "Sí." Entonces el Mensajero de Allah envió un mensaje a él: "Toma de vuelta tu jardín, y concédele a ella una declaración de divorcio."[2]

   De acuerdo a un relato recopilado por Al Bujâri de Ibn ‘Abbâs, ella dijo: "Yo no culpo a Zâbit de nada, con respecto a su religión o su comportamiento, pero no lo quiero".

    El Islam ha protegido la dignidad de la mujer y su humanidad, y ha respetado sus deseos con respecto a la elección de un marido, con quien pasará el resto de su vida. No es aceptable para nadie, (no importa quién sea el pretendiente), forzar a una mujer a un casamiento con un hombre a quien no quiere.

     No hay una indicación más precisa de esta situación que la historia de Barîrah, una joven esclava etíope que pertenecía a ‘Utbah Ibn Abî Lahab, quien la forzó a casarse con otro esclavo cuyo nombre era Mugíz, a pesar que ella jamás lo hubiera elegido como marido si hubiera estado en control de sus propios asuntos. Por eso, Â'ishah  se apiadó de ella, la compró y la liberó. Así, esta joven mujer se sintió libre, en control de sus propios asuntos, y pudo tomar una decisión sobre su casamiento. De esa manera, pidió el divorcio a su marido. Su marido, solía seguirla llorando, mientras ella lo rechazaba. Al Bujâri cita a Ibn ‘Abbâs para describir a esta mujer liberta, quien insistía en la anulación de su matrimonio con alguien a quien no amaba; el bondadoso Profeta comentó algo al ver esta escena y buscó intervenir.
Ibn ‘Abbâs dijo:

"El esposo de Barîrah era un esclavo conocido como Mugîz. Casi puedo verlo, corriendo tras ella y llorando con lágrimas sobre su barba. El Profeta dijo a ‘Abbâs: '¡Oh, ‘Abbâs! No te sorprendes de cuánto ama Mugîz a Barîrah, y  de cuánto odia Barîrah a Mugîz'. El Profeta dijo a Barîrah: '¿Por qué no regresas con él?’ Ella dijo: '¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Acaso estás ordenándome hacer eso?'. Dijo él: 'Estoy tratando simplemente de intervenir en su nombre'. Ella dijo: 'No tengo necesidad de él'"[3]

    El Profeta estaba sumamente conmovido por esta demostración de emoción humana: un profundo e irresistible amor por parte del marido, e igualmente un enérgico desprecio por parte de la esposa. Él no pudo ayudar, pero recordó a la esposa y le preguntó por qué no regresaba con él, siendo su marido, y el padre de su niño. Esta mujer creyente le preguntó si le estaba ordenando hacer tal cosa. Este gran legislador y educador que era el Profeta , le replicó que solamente estaba tratando de interceder para promover una reconciliación si fuera posible. Él no estaba tratando de forzar a nadie a hacer algo que no deseara.

    Que aquellos obstinados e insensibles padres que oprimen a sus propias hijas escuchen la enseñanza del Profeta .

    La musulmana que comprende las enseñanzas de su religión tiene criterios prudentes y correctos cuando debe elegir a su marido. Ella no sólo se preocupa por una buena apariencia, una elevada posición, un lujoso estilo de vida o cualquiera de las otras cosas que atraen a las mujeres habitualmente. Ella examina su nivel de compromiso religioso, su actitud y comportamiento, porque éstos son los pilares de un matrimonio exitoso, y las mejores características de un marido. La enseñanza islámica señala la importancia de estas cualidades en un potencial esposo, así como el Islam prescribe que la mujer acepte la propuesta de cualquiera que tenga estas cualidades, para que no se propague la fitnah y la corrupción en la sociedad:

"Si se os presenta alguien con cuya religión y actitud estéis satisfechos, entonces entregad a vuestra hija en matrimonio, porque si no lo hacéis la fitnah y el agravio se propagarán sobre la Tierra." [4]

   Así como el verdadero joven musulmán creyente no debe sentirse atraído por las jovencitas bonitas que crecieron en un ambiente negativo, la joven musulmana guiada por su religión no se sentirá atraída por los estúpidos estereotipos de "playboys", no importa cuán apuestos sean. Más bien, se sentirá atraída por un hombre serio, educado, y creyente; aquel de vida honesta y corazón puro, cuyo comportamiento es bueno y cuya comprensión de la religión es íntegra.

Nadie es un compañero más adecuado para la correcta mujer creyente que un hombre bueno y creyente; y nadie es un compañero más adecuado para la mujer descarriada e inmoral que  un hombre descarriado e inmoral, como Allah  dice:

[Las perversas sólo son para los hombres perversos iguales que ellas, y los hombres perversos no estarán sino con mujeres perversas iguales que ellos. En cambio, las buenas mujeres tendrán a su lado hombres buenos iguales que ellas, y los hombres buenos sólo tendrán a su lado mujeres buenas iguales que ellos...] (24:26)

    Esto no significa que la musulmana deba ignorar completamente el tema de la apariencia física, y soportar a alguien sin atractivo y desagradable. Es su derecho - como se expresó anteriormente- el casarse con un hombre con quien su corazón pueda estar lleno de amor, y que la complazca tanto en su apariencia como en su conducta. La apariencia no debe ser desatendida a expensas de la naturaleza interior, o viceversa. Una mujer debe escoger a un hombre atractivo para ella, en todos los aspectos, alguien que gane su admiración y respeto. La verdadera musulmana nunca se deja deslumbrar por las apariencias exteriores, y nunca deja que estas apariencias, la distraigan de percibir la esencia de un potencial esposo.

   La musulmana sabe que el hombre tiene el derecho de qiuâmah sobre ella, tal como el Corán lo menciona:

[Los hombres están a cargo de las mujeres debido a la preferencia que Allah ha tenido con ellos, y deben mantenerlas con sus bienes...] (4:34)

    De ahí que quiera casarse con un hombre cuyo qiuâmah sobre ella la haga sentir orgullosa, alguien con quien esté feliz de casarse y nunca se lamente de ello. Un hombre que tome su mano en la suya y demuestre cumplir su misión en la vida, al establecer una familia musulmana y erigir una nueva generación de hijos inteligentes y cautelosos, en una atmósfera de amor y armonía, que no se verá dificultada por actitudes conflictivas o diferencias religiosas. Se supone que los creyentes y las creyentes caminan uno al lado del otro en el trayecto de la vida, lo cual constituye una cuestión seria para la creyente, de manera que puedan cumplir la gran misión que Allah ha encomendado a la humanidad, hombres y mujeres por igual, así como el Corán lo expresa en la siguiente aleya:

[Allah les tiene reservado Su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y las musulmanas, a los creyentes y las creyentes, a los piadosos y las piadosas, a los justos y las justas, a los pacientes y las pacientes, a los humildes y las humildes, a aquellos y aquellas que hacen caridades, a los ayunadores y las ayunadoras, a los pudorosos y las pudorosas, y a aquellos y aquellas que recuerdan frecuentemente a Allah.] (33:35)

  Con el propósito de lograr este gran objetivo de consolidación del lazo matrimonial y el establecimiento de una vida familiar estable es esencial escoger al compañero apropiado en primer lugar.

    Entre las grandes mujeres musulmanas reconocidas por su fuerza de carácter, sus encumbradas aspiraciones y su visión lejana en cuanto a la elección de un marido, se encuentra: Umm Sulaim Bint Milhân, quien fue una de las primeras mujeres Ansâr en abrazar el Islam. Ella se casó con Mâlik Ibn An Nadar, y le dio un hijo llamado Anas. Cuando abrazó el Islam, su esposo Mâlik se enojó con ella y la abandonó, pero ella persistió en su Islam. Poco tiempo después, escuchó la noticia de su muerte, cuando todavía estaba en la flor de su juventud. Ella soportó toda esta situación con la esperanza de la retribución de Allah , y se dedicó al cuidado de su hijo de diez años de edad, Anas. Una vez lo llevo al Profeta para que lo pudiera servir (y así aprender de él).

     Cierto día, uno de los mejores jóvenes de Al Madînah, guapo, rico, y fuerte, vino a pedir su mano en matrimonio. Él era Abû Talhah - antes de convertirse en musulmán, muchas de las jovencitas de Iazrib (Al Madînah) gustaban de él, debido a su riqueza, su vigor, y su bien parecido juvenil. Él pensaba que Umm Sulaim gozosamente se apresuraría en aceptar su ofrecimiento, pero para su asombro ella le dijo: "¡Oh, Abû Talhah! Tú sabes que el ídolo que adoras es sólo un árbol que creció en la tierra, y fue tallado con forma por el esclavo de la tribu tal y tal". Él dijo: "Por supuesto." Ella añadió: "¿No te sientes avergonzado de postrarte ante un pedazo de madera que creció en la tierra, y fue tallado por el esclavo de la tribu tal y tal?" Abû Talhah como era obstinado, le insinuó una costosa dote y un estilo de vida lujoso, pero ella persistió en su punto de vista y le dijo francamente: "¡Oh, Abû Talhah! Un hombre como tú no podría ser rechazado, pero eres un incrédulo y yo soy una mujer musulmana. No me está permitido casarme contigo, pero si abrazas el Islam, esa será mi dote (mahr), y no te pediré nada más."[5]

    Él volvió al día siguiente para intentar tentarla con una dote más grande, y con un regalo aún más generoso, pero ella permaneció incólume, y su persistencia y madurez aumentaron su belleza ante sus ojos.
Ella le dijo entonces: "¡Oh, Abû Talhah! ¿Acaso no sabes que el ídolo a quien rindes culto fue tallado por el esclavo carpintero de tal y tal? Si le prendieras fuego, seguramente se quemaría". Sus palabras resonaron como una conmoción para Abû Talhah, entonces él se preguntó a sí mismo: "¿Acaso se puede quemar al Señor?" Luego pronunció las palabras: "Ashhadu an lâ ilâha illa Allah ua ashhadu anna Muhammadan rasûl Allah" (la declaración de fe del musulmán).

    Entonces, Umm Sulaim dijo a su hijo Anas con una alegría que embargaba todo sus ser: "¡Anas, cásame con Abû Talhah!". De esta manera, Anas dio testimonio y el matrimonio fue formalizado.

   Abû Talhah, por su parte estaba tan feliz que estaba determinado a colocar toda su riqueza a disposición de Umm Sulaim, pero la actitud de ella era la actitud desinteresada, digna y sincera de las mujeres creyentes. Ella le dijo: "Abû Talhah, yo me casé contigo por la causa de Allah , y no tomaré ninguna otra dote." Ella sabía que cuando Abû Talhah abrazó el Islam, no sólo había ganado un marido apreciable sino que también ganó una recompensa de Allah mucho mejor que poseer camellos rojos (los de raza más altamente cotizada) en este mundo. Tal como ella había escuchado decir al Profeta :

"Si Allah guía a una persona al Islam por tu intermedio, será mejor para ti que poseer camellos rojos".[6]

    Estas grandes mujeres musulmanas son ejemplos dignos de imitación, y de quienes las musulmanas de hoy en día pueden aprender la pureza de su fe, la fuerza su carácter, la integridad de su creencia, y la sabiduría en elegir un buen esposo.


[1]  Ver Fath Al Bâri', 9/194, Kitâb an nikâh, bâb ikrâh al bint ‘ala az zauây; Ibn Mâyah, 1/602; Kitâb an nikâh, bâb man zauuaya ibnatahu ua hiia kârihah; Al Mabsût 5/2.
[2]  Fath Al Bâri', 3/395, Kitâb at talâq, bâb al jul‘.
[3]  Fath Al Bâri', 9/408, Kitâb at talâq, bâb shafâ‘ah an nabi fi zauy Barîrah.
[4]  Hadîz hasan narrado por At Tirmidhi, 2/274, Abuâb an nikâh, 3; y por Ibn Mâyah, 1/633, Kitâb an nikâh, bâb al akfâ'.
[5]  Relatado por An Nasâ'i con un isnâd sahîh, 6/114, Kitâb an nikâh, bâb at tazuîy ‘ala al islâm.
[6]  Fath Al Bâri', 7/476, Kitâb al magâzi, bâb gazuah jaibar.

domingo, 4 de abril de 2010

LA ENVIDIA DESTRUYE LA TRANQUILIDAD DE NUESTROS CORAZONES

La envidia se refiere al deseo que una persona siente cuando anhela la destrucción o la privación de las bendiciones que otra persona tiene, una destrucción que el portador de este sentimiento podría llevar a cabo si tuviera el poder de hacerlo. Esto es muy diferente a desear una bendición parecida para uno mismo, sin desear que otros la pierdan; de hecho, este es un deseo positivo y recomendable que incentiva la sana competencia. La competencia, en términos generales, no es considerada reprobable; más bien es considerada loable si ésta es por la búsqueda de la virtud. Allah Dice (lo que se interpreta en español):
 
{Por cierto que los justos gozarán de las delicias del Paraíso recostados sobre lechos, contemplando [los placeres que  Allah les Tenía reservado]. Se podrá ver en sus rostros el resplandor de la dicha. Se les dará de beber un néctar perfumado con el aroma del almizcle. Quienes anhelen esta recompensa que se esfuercen por alcanzarla [obedeciendo a  Allah]} [Corán 83:22-26].
Allah Mencionó en el Corán la envidia de los incrédulos, los hipócritas y la gente en general. Hablando acerca de los incrédulos, Allah Dice (lo que se interpreta en español):
{Muchos de la Gente del Libro quisieran que renegaseis de vuestra fe y volvieseis a ser incrédulos por envidia hacia vosotros, después de habérseles evidenciado la Verdad} [Corán 2:109].
{¿Envidian a la gente por el favor que  Allah les Ha dispensado?} [Corán 4:54].
La envidia es un sentimiento malévolo del corazón, que lleva a la conducta impura y al mal comportamiento. Esta conduce a la hostilidad, a pensar mal de las intenciones de los demás, a la calumnia, el chisme, la mentira y al abandono de los demás musulmanes. Podría llevar a quien la posee a infligir daño físico sobre la persona a la que envidia, e incluso al asesinato. La envidia está considerada entre los más peligrosos y destructivos deseos internos, y es lo más destructivo para la religión de la persona y para su vida.
 El Mensajero de Allah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “No os envidiéis unos a otros; no os odiéis unos a otros; nos volvéos  la cara entre sí (por disgusto); (sino) sed siervos de Allah como hermanos”(Al Bujari y Muslim).
Allah Ordenó a los creyentes que buscaran refugio de la maldad de las personas envidiosas y de la envidia en general, cuando Dice (lo que se interpreta en español):
{Y del mal del envidioso cuando envidia}[Corán 113:5].
 
El Mensajero de Allah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, también dijo: “Por cierto que la envidia devora las buenas acciones como el fuego consume la leña.” (Ahmad)
 
Existen muchas historias en el Corán que destacan los peligros y perjuicios de la envidia. Cuando leemos la historia del Profeta Yusuf (José), la paz sea con él, y sus hermanos, nos damos cuenta del peligro de la envidia, cómo ésta puede cegar, cómo echa fuera la misericordia del corazón, y cómo conduce a quien la posee a infligir terrible daño físico sobre la persona a la que envidia. Allah Dice (lo que se interpreta en español):
 
 {Cuando dijeron: Por cierto que Yusuf (José) y su hermano [Benjamín] son más amados por nuestro padre que nosotros a pesar que somos un grupo [de varios hijos]. Ciertamente nuestro padre está en un error evidente. Matad a Yusuf (José) o desterradlo para que la atención [y el amor] de vuestro padre sea sólo para vosotros, y luego [de haberlo eliminado arrepentíos y así] os contaréis entre los virtuosos [nuevamente]}[Corán 12:8-9].
Otra historia que nos muestra el peligro de la envidia, es la de Caín y Abel (Qabil y Habil): El Corán nos cuenta acerca del primer hijo de Adam (Adán), la paz sea con él, quien asesinó a su hermano por envidia, el cual se constituyó en el primer crimen de la historia en el que se derramó sangre. Él envidiaba a su hermano porque Allah Había aceptado su sacrificio y no así el suyo; Allah Dice (lo que se interpreta en español):
{Cuéntales tú la historia auténtica de los dos hijos de Adam (Adán), cuando ofrecieron una oblación y le fue aceptada a uno pero al otro no. Dijo [este último por envidia a su hermano]: Te mataré. Dijo [su hermano respondiéndole]:  Allah sólo Acepta [las oblaciones] de los piadosos. Aunque extiendas tu mano para matarme yo no extenderé la mía para hacerlo, yo temo a  Allah, Señor del Universo. Y su alma le instigó a que matase a su hermano y lo hizo, contándose [con esto] entre los perdedores} [Corán 5:27-28, 30].

Se transmitió de Aisha, Allah esté complacido con ella, que dijo:
"Le dije al Profeta sws
¿No te basta con saber de Safía tal y tal defecto? (algunos decían que era
pequeña de estatura)
Y le contestó: -¡Has dicho una palabra que si se mezclara con el agua del mar,
quedaría toda impregnada y maloliente!-
Y en otra ocasión imité a una persona con burla, resaltando sus defectos.
Y dijo: -No me gusta que se resalten con burla los defectos de ninguna
persona. Y aunque me fuera dado el mundo entero, no aceptaría imitar a nadie
con burla-" (Lo relataron Abu Daud y At-Tirmidí: hadiz hasan sahih)

Se transmitió de Abu Huraira ra que el Mensajero de Allah sws dijo:
"Todo musulmán es sagrado para otro musulmán: en su sangre, su honor y
su riqueza." (Lo relató Muslim)

 “Oh grupo de gente, quienquiera que asegure que su lengua y su corazón no está vacío de Imán (fe), entonces él no debería dañar a los musulmanes, ni debería condenarlos, ni debería seguir sus faltas. Porque seguramente, aquel quien sigue las faltas de su hermano musulmán, luego Alláh le seguirá sus faltas, y quienquiera a quien Alláh siga sus faltas, luego él será expuesto aún si él está en las hendiduras de su casa”.  As-sahih al-Musnad (1/508 )